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21/feb 2015, Sábado después de Ceniza

He venido a llamar a los pecadores
Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan».
Lucas 5, 27-32
Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdb)
Leví era un recaudador de impuestos al servicio de Herodes Antipas. Tenía su despacho en la ciudad de Cafarnaún.
El oficio de recaudador de impuestos se subastaba y era adjudicado al mejor postor. El recaudador de impuestos adelantaba al rey el dinero que debía recaudar para el imperio romano. El recaudador que adelantaba dicha cantidad global, tenía poder para cobrarse el dinero adelantado y el tanto por cien de intereses que creía conveniente. Los recaudadores eran considerados como gente mala e impía. Primero por colaborar con el Imperio Romano, destinatario final de los impuestos. En segundo lugar porque gravaban estos impuestos con una parte importante que guardaban para sí. Por estos motivos se convertían en personas impuras. Quien entraba en casa de un recaudador de impuestos, quedaba excluido de la pureza ritual.
La Galilea de aquellos tiempos era bilingüe. Eran muchas las ciudades de cultura griega que compartían espacio geográfico con pueblos de cultura judía. Mateo debió conocer perfectamente el griego y el arameo. Ello da pie a que escribiera un evangelio. De este evangelio ya hay noticias documentadas hacia el año 130 d. C. por un escritor cristiano llamado Papías.
La llamada a Leví (Mateo) sirve al evangelista para subrayar la misericordia: En el proyecto de Jesús la práctica de ritos externos no es lo esencial para cumplir la voluntad de Dios. El rito religioso cede paso a la “misericordia”. Dios ha tenido misericordia y ha llamado a hombres y mujeres sin distinción, para que le ayudemos en la obra de la implantación del Reino del Dios-misericordia.
Jesús no ha venido por los sanos; ha venido por los enfermos. Y cuando Leví descubre que Dios es misericordioso, da muestras de cambio, de conversión, y comienza a vivir una nueva vida. La Iglesia tiene que ser un espacio de misericordia dentro del ámbito mundial. Si la Iglesia se pertrecha en normas legales y pierde el horizonte de la misericordia, perderá también su misión en la historia.
El educador cristiano debe manifestarse rico en misericordia. Más allá de las múltiples normas que regulan legalmente los aspectos educativos, el educador debe abrirse a la misericordia. Poco se consigue «judicializando» las relaciones educativas. Donde no hay sincera acogida y encuentro personal, la educación se convierte en una tarea árida donde educadores y educandos andan perdidos. Educar es cuestión del corazón.

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