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27/feb 2015, Viernes 1º de Cuaresma

Primero, la reconciliación
Dijo Jesús a sus discípulos:
«Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto».
Mateo 5, 20-26
Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdb)
Jesús comienza conectando con la tradición, pero enseguida la matiza y da su propia interpretación.
Los judíos tenían en los ancianos una institución capaz de encargarse de asuntos políticos, bélicos y judiciales de la vida ordinaria del pueblo. Hacia el año 200 a.C. se creó un Consejo General de ancianos llamado Sanedrín.
Lo que llama la atención no es que cuando hay un conflicto una persona deba ser llevada al Consejo de ancianos, sino el insulto que aparece en el texto: Para Jesús es muy grave llamar a una persona «imbécil» o «renegado». Según el texto original estas dos palabras deberían ser traducidas por «ignorantes de la Ley» e «impíos». Y eran las dos palabras que los fariseos aplicaban a las «gentes de la tierra». Es decir, a las personas sencillas y sin cultura, despreciadas por los escribas a causa del desconocimiento de los 613 mandamientos de la Ley interpretada por los fariseos, que sólo servían para oprimir la conciencia de la gente pobre.
Jesús está oponiéndose a la actitud preponderante y orgullosa de los fariseos y diciendo a sus discípulos que no se comporten así.
«La condena del fuego» de la que se habla en el texto, no tiene las connotaciones de nuestro «infierno». No. Jesús no utilizó nunca nuestro actual concepto de «infierno ». Jesús hablaba del fuego de la «Gehenna», es decir del fuego que ardía continuamente en el Valle Hinnom, (Ge-Hinnom) cercano a Jerusalén. Este Valle había sido convertido en impuro por el perverso rey Manasés, quien realizó allí sacrificios humanos en honor al dios Molok. Incluso llego a sacrificar a alguno de sus hijos. En tiempos de Jesús este lugar maldito se había convertido en el basurero oficial de Jerusalén donde se quemaban continuamente las basuras, especialmente aquellas que provenían de los restos de animales sacrificados en el Templo de Jerusalén.
Al ir a presentar tu ofrenda...
Había una norma judía que decía que cualquier ley podía incumplirse si lo que impedía cumplirla era una ley de rango superior. Para Jesús el perdón y la reconciliación son preceptos más importante que el sacrificio del templo...
Jesús señala como actitudes importantes para sus discípulos el respeto a los sencillos, a los que no saben, a quienes tuvieron menos oportunidades... Incluso a aquellos que, siendo buenos, desconocen los matices de la ley de Dios y sus preceptos.
Valle de Gehenna
Imagen de las antiguas tumbas donde reposaron los restos de los hijos (príncipes) del rey Manasés, ofrecidos en sacrificio a Molok. El dios Molok es representado como una figura humana con cabeza de becerro sentado en un trono y con una corona u otro distintivo de realeza, como un báculo.
Los sacrificios preferidos por Molok eran los niños, especialmente los bebés, por ser los seres más impregnados de materia, característica que los adultos perdían con el tiempo al desarrollar su espíritu.

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