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12/mar 2015, Jueves 3º de Cuarema

El que no está conmigo está contra mí

O conmigo o contra mí Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: “Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú, y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».
Lucas 11,14-23 

Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdbEn tiempos de Jesús la expresión «Belzebú» era una deformación burlona del nombre de una divinidad fenicia a la que se denominaba Baal-Zebul (Dios del cielo). La deformación daba pie para entender a esta divinidad fenicia, no como «Dios del cielo», sino como «dios de las moscas y de las inmundicias donde se posan las moscas ». En los evangelios sinópticos se da esta denominación a la divinidad fenicia y se le asimila con el «príncipe de los demonios». No se trata de ninguna personificación cargada de satanismos de película y exorcismo... Es una forma de resumir el mal y las situaciones negativas. Jesús pasó haciendo el bien, curando a los enfermos, liberando al ser humano de esos “demonios” que le oprimen. Y esa expulsión del demonio es para él un signo de la presencia de Dios. Donde Dios comienza a reinar, no hay sitio para los “demonios”, desaparece toda opresión. Jesús lo dejó claramente dicho: traer el Reino es traer la liberación del ser humano, y viceversa. Nuestra misión como cristianos -y como simples seres humanos- es: pasar, como Jesús, haciendo el bien, curando y sanando, expulsando todo tipo de demonio que oprima a nuestros hermanos. Y eso es hacer presente a Dios; eso es implantar su Reino aquí en el mundo. Cuando expulsamos los demonios que maltratan, angustian y matan la vida, hacemos realidad el máximo sueño de Jesús: “Venga Tu Reino”... Es la gran misión del ser humano, la misión que Dios nos ha revelado en Jesús, la que Dios ha revelado también a todos los hombres y mujeres que lo escuchan con corazón sincero. Pero en el escenario del milagro ocurrió algo importante: Los enemigos de Jesús “mal-interpretaron” la acción curativa de Jesús. Dijeron: “Jesús expulsa los demonios por arte de Belzebú...” Estaban adjudicando al diablo la acción misma de Jesús. Lo que para él era una señal de la acción de Dios, sus enemigos lo presentan como indicio de la acción del demonio. Rezamos todos los días en el Padrenuestro: «venga a nosotros tu Reino». Esa petición no es responsable si no expresara nuestro compromiso por poner de nuestra parte todo lo necesario para que sean expulsados esos “demonios” que oprimen actualmente a los pobres y excluidos. El educador cristiano hace realidad el Reino de Dios en medio de su aula o grupo. Para ello crea un clima educativo donde la solidaridad, la cogida a los más débiles, la coherencia, la responsabilidad, la justicia... sean los cimientos sobre los que sustentar la actividad diaria. El educador cristiano hace de su aula, espacio donde pueda crecer el Reino de Dios. 

Baal (Bel-zebú) 

Belzebú no es el «demonio», sino la divinidad sirio-fenicia de las montañas y la lluvia; de la fecundidad y la vida. «Baal» significa «señor». Su culto estuvo extendido en Fenicia y Asia Menor. Numerosos templos de la antigüedad estaban dedicados a esta divinidad de la fecundidad. Para los judíos fue una continua tentación desde que Israel se hiciera sedentario y precisara ofrecer ritos y sacrificios a divinidades benefactoras de la fecundidad. En alguna época Israel levantó ermitas y templos a esta divinidad extranjera. El profeta Elías combatió este culto pagano. En tiempos de Jesús, los judíos piadosos, deformaban burlonamente el nombre de Baal- Zebul (Señor de los Cielos), diciendo «Baal-zebud» que significa «Señor de las moscas y los excrementos».
Templo a Baal. Palmira.

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