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30/mar de 2015, Lunes Santo

María unge a Jesús
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?» Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando.
Jesús dijo: “Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Juan 12, 1-11

Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdb) Faltan pocos días para la Pascua. Jesús se halla con sus discípulos en casa de los hermanos Lázaro, Marta y María. María se acerca con un frasco de perfume de nardo y unge los pies de Jesús. Judas protesta.
- Ungir a los rabinos que una mujer ungiera a un maestro era una costumbre desconocida entre los judíos de Israel, pero usual entre los judíos que estuvieron en el exilio de Babilonia.
En este texto el hecho de «ungir» es simbólico. No apunta tanto a los pies, sino a la costumbre de ungir los cadáveres en su enterramiento. Anticipa lo que van a hacer en breves fechas con Jesús.
- Una libra de perfume de nardo Este perfume se obtiene de las raíces y partes inferiores de una variedad del nardo que crece en India, a una altura superior a los 3.500 metros. Era un perfume de importación, y carísimo. Costaba 300 denarios. Es decir, los jornales de todo un año de un obrero. Una libra de perfume equivalía a 275 gramos. Con estos datos, el frasco debía medir 5x5x12 centímetros. Según el historiador Plinio el Viejo, este perfume era el más caro del mundo.
- Protesta de Judas Iscariote.
Sirve para resaltar el lado negativo de Judas Iscariote, que va a ser necesario en breve.
Y sirve también para anticipar la obra de misericordia que las mujeres realizarán con Jesús: Ungir su cadáver. El texto comienza a anticipar la tragedia que se va a vivir próximamente.
Jesús siempre asumió una actitud de respeto y reconocimiento hacia la mujer. Algunas formaban parte del grupo de seguidores. Jesús se dirigía a ellas públicamente (actitud muy mal vista por los judíos ortodoxos) y, como en el evangelio de hoy, le complacía que ellas lo ungieran. Esta actitud rompía con los esquemas de una cultura que marginaba a las mujeres.
Marta y María de Betania, hermanas de Lázaro, y muchas otras mujeres, acogieron el mensaje de Jesús. Otras marchaban junto con el grupo de los discípulos anunciando la buena noticia del Reino de Dios. Las mujeres fueron las únicas fieles al pie de la cruz. Y, tras la muerte de Jesús, fueron las primeras testigos de la resurrección.
Han tenido que pasar siglos y siglos de historia para que la mujer comience a ocupar un lugar de igualdad con el hombre. El cristianismo histórico no ha sido un abanderado de la liberación de la mujer. De la mano de Jesús podemos redescubrir hoy, con nuevos ojos y nueva sensibilidad, esos rasgos «feministas» que aparecen en el texto que hemos leído.
Como educadores cristianos facilitamos que chicos y chicas crezcan positivamente como hombres y mujeres. Favorecemos el desarrollo diferenciado de cada sexo, pero integrándoles en una cultura de la reciprocidad y de la igualdad de derechos y oportunidades. El educador cristiano educa a las chicas a una efectiva participación en el ámbito de lo religioso.

Ungüentarios
La unción era un signo de vital importancia para el pueblo de Israel. Tenía connotaciones religiosas.
Con aceite se «consagraba» una piedra para convertirla en altar; a un hombre para elegirlo rey o sacerdote... Con ungüento se ungían los cadáveres en un intento de que el espíritu del difunto no marchara...
El ungüento se conservaba en pequeños frascos de cristal, alabastro, marfil...
La mayoría de estos frascos no excedían los 12 cm. de altura.
Todo lo relacionado con los ungüentos era muy caro y signo de distinción social.


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