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9/may de 2015, Sábado 5º de Pascua

No es el siervo más que su amo
Dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra». Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Juan 15,18-21

Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdbLa comunidad de Juan se erige en ejemplo para las comunidades del naciente cristianismo.
En medio de la persecución de Nerón y Domiciano, recurre al recuerdo del maestro para encontrar alivio y fuerza para resistir.
El texto que leemos hoy nace en respuesta a la angustia de las primeras persecuciones.
Servirá de testimonio y lección teológica para las generaciones sucesivas.
Uno de los antivalores que denuncia Jesús es «el mundo», entendido como estructura que al amar la injusticia, odia a Dios y persigue a sus seguidores. Jesús identifica «mundo» con los poderosos que llenan la historia de dolor. El evangelio de Juan entiende por «mundo», a aquellas instituciones o personajes que se adueñan de las personas y esclavizan a los seres humanos para conseguir poder, dinero, honores, autoridad... en detrimento de los pobres y silenciados.
¿Porqué Jesús utiliza la palabra «mundo» como sinónimo de elementos negativos?
En la mentalidad hebrea de la época, toda la realidad conocida se dividía en dos regiones simbólicas: Cielo y Tierra. El cielo es el lugar donde habita la divinidad; la tierra donde habitan los humanos. La tierra (mundo) era vista también como elemento de tentación, pues sobre ella se realizaban los rituales de fecundidad, muy propios de los pueblos limítrofes a Israel, e incluso del mismo pueblo de Israel. No olvidemos que el monoteísmo fue siempre un ideal que casi nunca llegó a conseguir el pueblo de Israel. Mientras el judaísmo oficial proclamaba en sus escritos un fuerte monoteísmo, los sencillos campesinos del pueblo tenían la tentación de practicar ritos de fecundidad de la tierra, a fin de garantizar mágicamente las cosechas.
El Jesús que presenta el evangelio de Juan, durante estos días de Pascua, va descubriendo valores humanos que deben ser conservados y enriquecidos porque tienen la capacidad de perdurar. Entre estos valores se halla: el amor, la alegría y la amistad.
El educador cristiano, siguiendo el ejemplo de Jesús, procura que las vidas de los chicos y las chicas se llenen de valores alternativos a los del «mundo». Estos valores ayudan a hacer presente el Reino de Dios en el corazón de las personas y en el seno de la sociedad. Sólo llenando las conciencias de propuestas alternativas que tengan capacidad de fascinación y encantamiento, se logra que el «mundo» no seduzca.

Primeras persecuciones
Las primeras comunidades cristianas se establecieron en Jerusalén, Cafarnaún, Nazareth y diversas poblaciones del Asia Menor. Estaban muy unidas a la religión judía. Progresivamente tomaron conciencia de su propia identidad. A partir de este momento su expansión por la cuenca del Mediterráneo fue muy rápida.
Prontamente sufrieron persecuciones. Muchas de estas persecuciones fueron locales.
Nos queda el recuerdo y los escritos de algunas de ellas. Los cristianos de Roma enterraron en las «catacumbas» a muchos creyentes muertos por defender su fe en Cristo. Algunos cristianos sufrieron martirio en el Coliseo de la ciudad de Roma.

(Fotos: Coliseo. Buen Pastor, Catacumba Domitila)


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