- Señor, tengo mil razones para condenar a fulano, pero una tuya: la de no condenar a nadie.
- Señor, tengo, ante la gente, una imagen muy buena de mí, pero dentro de mí existe, muy ocultamente, todas las tendencias del "hombre viejo" dándome la lata.
Don Luis Valpuesta, sdb.
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