Agradecemos a quienes hicieron posible que, a pesar de los imprevistos, todo saliera a pedir de boca. Nuestra enhorabuena a los que se estrenaban en estas lides teatrales, en especial a Samuel, que con solo dos años, se subía al escenario por primera.
Este año, a diferencia de muchos anteriores, comenzamos nuestra andadura antes del Miércoles de Ceniza. Con la carga del camión del viernes 17, calentamos motores con una concurrencia de mano de obra que se podría mejorar con una mayor asistencia de socios (echamos de menos a los jóvenes).
La salida para el equipo de montadores estaba prevista para las 8:30h del sábado 18. Cuál fue mi sorpresa cuando sobre las 8:15h llegué a la Estación de Santa Justa y estábamos todos. Incluso a los que asiduamente se les pegan las sábanas, habían llegado antes que yo.
El equipo de montaje estaba compuesto por los de siempre (la tercera edad, los menos jóvenes, un joven y el equipo del futuro). Durante el viaje en tren a Lora del Río, degustamos una copa de anís del Mono muy añejo (10 años como mínimo en la vitrina del salón de Antonio Pareja) más unos mantecados, resto de estas navidades.
Una vez en nuestro destino, repusimos fuerzas (después del madrugón) tomando café con churros en compañía del conductor del tren y el chofer del camión.
La descarga del camión y el montaje, a pesar de ser el estreno, fue de maravilla. Habíamos modificado todo aquello que en años anteriores nos había ocasionado algún freno o dificultad. Por ejemplo, el montaje de las cortinas traseras de las transparencias.

Pero todo no podía salir tan bien. A Manolo León le habían traído, SS.MM. los Reyes Magos, un equipo nuevo de luces, y ocurrió lo que ocurre siempre con los juguetes.... que después de montarlos tienen que funcionar y no funcionan. Como no tuvo tiempo material de hacer la pruebas pertinentes ya que los materiales le llegaron dos días antes del estreno aquello no iba.
Gracias a Dios, y después de una agradable, buena y generosa comida, vino el Espíritu Santo y lo iluminó (en todos los sentidos). Las luces funcionaron de maravilla y premió todo el esfuerzo y responsabilidad que Manolo había asumido.
Ahora viene el sonido. Con mi ilusión de volver a pisar los escenarios, después de un año en blanco al probar el pasado año como técnico de sonido. Viene el director, Valentín Trinidad, a decirme que tiene problema con el técnico de sonido de este año, por problemas familiares no ha podido venir. Ahí estoy yo, de nuevo con la música, adiós a mis ilusiones de pisar de nuevo el escenario.
Esta parte me la perdí por estar con la música, lo siento. Pero según me cuenta fue muy emotiva. Hay quien dice que Valentín iba para cura. Como siempre, antes de cada función, rezamos encomendándonos a Don Bosco y a María Auxiliadora. En esta ocasión se pidió por todos los componentes de este grupos que ya se fueron de nuestro lado y por todos aquellos que necesitaban de la ayuda de nuestra Madre (operaciones quirúrgicas, enfermedad, etc), algunos, más bien muchos, no pudieron contener las lágrimas.
En cuanto a la función, a mi gusto, fue magnifica. Estuve muy cerca del público asistente y pude percibir como recibían el mensaje que el grupo de actores representaba. Yo tengo que destacar, sin menospreciar al resto de cuadro, la calle de la Amargura. Llegué a emocionarme a pesar de tanto tiempo participando en los ensayos y representaciones.
En líneas generales tenemos que felicitarnos todos, el equipo de actores, montajes, técnicos, etc. y convocar a todos los socios para que colaboren en la medida que puedan hoy con la representación de LA PASIÓN y después con todas aquellas actividades que esta asociación promueve.
Manolo Fuentes,
Miembro de Farándula Don Bosco, en labores de cronista