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16/mar 2015, Lunes 4º de Cuaresma

Jesús cura al hijo de un funcionario real

Pasados los dos días, partió hacia Galilea. Pues Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó a Galilea, los galileos le depararon un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaún. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque estaba a punto de morir.
Entonces Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis.»
Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo.»
Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive.»
Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. Él les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.» El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia.
Tal fue, de nuevo, el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
Juan 4, 43-54

Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdb) Al evangelista Juan le gustan los contrastes: hoy nos presenta la región de Judea en contraposición a Galilea. Dos de las regiones más importantes del país de Jesús.
En Judea se hallaba la capital, Jerusalén. Los habitantes de esta región se creían privilegiados por vivir cerca del Templo de Jerusalén. Se sentían ciudadanos privilegiados; hombres de sangre pura que sabían cómo comportarse para ser dignos judíos.
En cambio en la lejana Galilea, cerca de la frontera con naciones paganas, los judíos convivían con idólatras. La Galilea «de los gentiles» (paganos) era mal vista por los habitantes del Sur donde se alzaba la capital del país, orgullosa de su Templo.
Se nos dice que Jesús se desplazó de Judea a Galilea, y que sus paisanos lo recibieron bien porque habían escuchado las maravillas que había realizado durante la fiesta en la ciudad santa.
El evangelista apunta que Jesús se halla en Caná, la pequeña aldea donde había convertido el agua en vino a favor de unos recién casados en apuros. Hoy se le presenta un oficial del ejército de mercenarios que tenía Herodes Antipas. Este soldado le pedía la curación de su hijo enfermo.
A pesar del reproche inicial por buscar signos y milagros, ante la insistencia del hombre,
Jesús cura al muchacho a distancia. El poder de Jesús no conoce barreras, su compasión supera todo obstáculo.
A la hora en que pronunció su palabra sanadora, a esa misma hora el muchacho se curó según el testimonio de los criados del funcionario real. Por eso el relato finaliza con la anotación de que toda la familia del oficial creyó en Jesús. Y el evangelista anota que se trata del segundo "signo" realizado por Jesús, en el mismo pueblecito donde había realizado el primero. Y como anticipo de otros cinco "signos" que seguirá realizando Jesús para suscitar la fe de sus oyentes e interlocutores.
El educador cristiano sabe mirar la realidad con los ojos de Jesús. Allí donde los círculos oficiales del judaísmo tan sólo veían «gente pagana», Jesús sabe mirar el interior del corazón. Donde tan sólo hay un funcionario real (probablemente extranjero y de otra religión), Jesús sabe mirar el sufrimiento de este padre que teme por la vida de su hijo.
El educador cristiano descubre la bondad allí donde se halla. Sabe que todos los chicos y chicas tiene un anhelo de vida y bondad en lo más profundo de sus vidas.
Soldados romanos en tiempos de Jesús

En la región de Galilea no había soldados romanos. Éstos se hallaban fundamentalmente en la ciudad costera de Cesarea Marítima. En esta población residían una numerosa guarnición cuya misión era mantener el orden en la región de Judea y Samaría. Durante la fiestas de Pascua se desplazaba un grupo de soldados romanos para mantener el orden en la capital de Jerusalén, que veía duplicada su población con motivo de esta festividad judía Galilea (región autónoma del Norte) contaba con un ejército de mercenarios a cargo del rey Herodes Antipas. Aunque las costumbres y uniformes militares eran similares a las legiones romanas. Estos soldados-mercenarios provenían de Siria y Samaría.
Dados de hueso, utilizados por los soldados romanos

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