En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo; hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo
anunciará»
Juan 16, 12-15
Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdb) Seguimos leyendo los discursos de despedida de Jesús relatados en el evangelio de Juan. En los versículos de la lectura de hoy, Jesús ilustra a sus discípulos sobre el papel que jugará en sus vidas el Espíritu Santo, aquí designado como «Espíritu de la Verdad».
Él completará su formación, pues Jesús reconoce que no les ha dicho o enseñado todo, porque no pueden cargar con ello todavía.
Fue en las primitivas comunidades cristianas donde se fraguó el cristianismo gracias a la fuerza del Espíritu, que les ayudaba a superar las dificultades y a resolver los no pocos problemas que se les presentaban.
Los primeros seguidores de Jesús eran simplemente una secta de la religión judía que alternaba la oración y la presencia en la sinagoga y el Templo con algunos gestos propios, heredados del Maestro. Los seguidores de Jesús no recibieron el nombre de cristianos hasta pasados algunos años. Fue en la ciudad de Antioquía (actual Antakya, Turquía) donde comenzaron a llamarse «cristianos». Fue también en esta ciudad donde los apóstoles decidieron que los seguidores de Jesús procedentes del paganismo no debían cumplir la ley de la religión judía. Bastaba con creer en Jesús y seguir su estilo de vida. Este dato supone la ruptura con el judaísmo.
Las primeras comunidades cristianas debieron también aprender a coordinarse entre sí, sufrieron la persecución por parte de los judíos y de los paganos... Por no saber, no sabían a ciencia cierta cuál debía ser el contenido de la predicación y de la catequesis que se debía transmitir, el ritual de las celebraciones comunitarias o el sentido de las antiguas escrituras.
A medida que la comunidad iba sorteando todos esos problemas, iba experimentando en ella, la acción del Espíritu de la Verdad.
Este Espíritu no era otro que el mencionado como "Ruah", (aliento, soplo) de Dios en el AT, a quien se atribuía la creación del mundo, la inspiración de los profetas, la sabiduría de los gobernantes, la habilidad de los artesanos y las enseñanzas de los sabios. Era el Espíritu que habían anunciado los profetas para el final de los tiempos... cuando Dios en persona congregaría a toda la humanidad, sin distinción de razas y culturas, para una salvación universal.
Así lo ha experimentado la Iglesia y así lo experimentamos nosotros cuando vivimos de manera activa y comprometida nuestra fe de cristianos en comunidad.
El educador cristiano no es sólo un mero transmisor de conocimientos. Enseña a sus alumnos y alumnas a leer la historia con la profundidad del creyente, con la visión positiva de quien sabe que la vida personal y la historia colectiva halla sentido en Dios.
Antioquía
Importante ciudad griega de Asia Menor (Turquía) donde prontamente llegaron los seguidores del Maestro de Galilea. Fue aquí donde se les llamó «cristianos» por vez primera.
En el seno de esta comunidad cristiana discutieron Pablo y Pedro sobre si las personas incorporadas al cristianismo debían someterse a los antiguos ritos judíos.
El Concilio de Jerusalén afirmó que no era necesario.
El ambiente en el que vivió esta comunidad era un ambiente griego y pagano.
Antioquía contaba en el siglo II a. C. con unos 300.000 habitantes
Antioquía. Sarcófago griego |
Antioquía. Mosaico. Danzas en honor de Baco |
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