Se acerca el 1 de noviembre y como ya es costumbre celebraremos todos juntos "El Milagro de las Castañas" en nuestra Asociación.
Pasaremos un buen rato el día de antes (31 de octubre) preparándolas en nuestra Asociación. Nos haría mucha ilusión que participéis. ¡Sois todos y todas bienvenidos!
Os agradeceríamos mucho que cada uno trajera su tabla y cuchillo para hacer el trabajo más efectivo.
Resumen
- Fechas:
- 31 de octubre a las 20:00 - Preparación previa de las migas y castañas.
- 1 de noviembre a partir de las 13:00 - Celebración del "Milagro de las Castañas de Don Bosco"
- Lugar: Nuestra Asociación
- Coste: Gratuito (migas y castañas).
- Requiere apuntarse a la lista previa: No
¡Os esperamos!
EL MILAGRO DE LAS CASTAÑAS
«El año 1849, el domingo siguiente a la fiesta de Todos los Santos, don Bosco, después de hacer en la capilla el ejercicio de la buena muerte, acompañó a todos los muchachos del Oratorio, internos y externos, a visitar el camposanto y rezar por el alma de los difuntos. Les había prometido las castañas al volver a Valdocco. Mamá Margarita había comprado tres sacos, pero, pensando que su hijo no necesitaría más que unas pocas para divertir a los muchachos, puso a cocer únicamente dos o tres cazos. José Buzzetti, que se adelantó al grupo de muchachos a la vuelta, entró en la cocina, vio que hervía una olla pequeña y se lamentó con la mamá de que no había bastantes castañas para todos. Pero ya no se podía remediar la equivocación. Y en esto, que llegan los muchachos y se agrupan ante la puerta de la capilla de San Francisco. Subió don Bosco al umbral para repartir las esperadas castañas. Buzzetti vertió la olla en un canastillo que sujetaba entre sus brazos. Don Bosco, creído que su madre había cocido todas las castañas compradas, llenaba de ellas la gorra que cada muchacho le presentaba. Buzzetti, al ver que daba demasiadas a cada uno, le gritó:
- ¿Qué hace usted, don Bosco? No tenemos para todos. Si sigue dando así, no llegan ni para la mitad.
- Sí que habrá; hemos comprado tres sacos y mi madre las ha cocido todas -contestó Don Bosco.
- No, don Bosco; sólo éstas, éstas solas – repetía Buzzetti.
- Demos a cada cual su parte, mientras haya.
- Se las he prometido a los muchachos y no quiero fallar a mi palabra.
Tomó un cazo grande, lo llenó de castañas y siguió repartiendo las pocas que quedaban. Así empezaron las maravillas. Buzzetti estaba fuera de sí. Don Bosco hundía el cazo en el canasto y lo sacaba lleno hasta rebosar. ¡La cantidad que había en el canasto parecía que no disminuía! Y no fueron dos o tres, sino cerca de cuatrocientos los que recibieron castañas para saciarse.
Cuando Buzzetti devolvió el canasto a la cocina vio que aún quedaba dentro una ración, la de don Bosco, porque quizá la Santísima Virgen le había reservado su parte. La noticia del hecho fue corriendo, de los muchachos más próximos a los más apartados, y todos aguantaban la respiración, esperando el fin. Cuando el último recibió su parte, resonó un grito universal:
- ¡Don Bosco es un santo, don Bosco es un santo!
Equipo de Comunicación
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