Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».
Juan 10, 22-30
Comentario (José Joaquín Gómez Palacios, sdb) Jesús ha subido al Templo para celebrar la fiesta de la Dedicación. En el ambiente de esta fiesta, paseando por el pórtico de Salomón, Jesús sigue enfrentándose con los representantes del judaísmo.
El Pórtico de Salomón medía alrededor de 450 metros de longitud. El techo era de madera labrada, sostenida por dos filas de columnas de 12 metros de altura cada una. A lo largo del Pórtico de Salomón se colocaban los maestros de la Ley a ofrecer sus enseñanzas.
La fiesta de la Dedicación del Templo se celebraba desde el año 165 a.C. Los hermanos Macabeos vencieron a los griegos y reconstruyeron el templo que se hallaba en ruinas. La fiesta duraba siete días. Eran tiempo de fiesta y gozo en el que no se podía llevar luto ni ayunar. Cada día se encendía una luz del candelabro de los siete brazos.
Quienes no disponían de este candelabro encendían en su casa pequeñas lámparas de barro; una el primer día, dos el segundo día... y así sucesivamente.
El problema entre Jesús y los judíos se agravaba cada vez más. Hoy, en el marco de esta fiesta, la controversia llega por la imagen de Mesías. La tradición judía había elaborado dos modelos de Mesías:
La primera, a ejemplo de David: fuerte, poderoso, guerrero, monarca, con capacidad de conquista y de dominio. Devolvería a Israel el esplendor de cuando era reino independiente.
Esta imagen estaba presente en muchos judíos contemporáneos de Jesús.
Pero Jesús tenía el concepto de Mesías heredado de la tradición de los profetas del Antiguo Testamento: Un mesías que asume en sí el dolor y la muerte injusta del pueblo; un mesías que tiene a los pobres como objetivo final de su acción. Son dos modelos irreconciliables.
¿Qué tipo de educador vas forjando en ti? ¿El modelo de quien se sitúa en la profesionalidad fría de su trabajo para ejercer docencia? ¿Un educador que actúa con mano dura desde el poder que le otorga su posición de docente? ¿El tipo que asume y comprende las dificultades y esperanzas de los chicos y chicas con quienes comparte procesos de crecimiento?
Fiesta de la Dedicación
La acción del Evangelio de hoy transcurre en el marco de la Fiesta de la Dedicación. Esta festividad judía fue instituida en el año 164 a. C. por Judas Macabeo, guerrillero judío que logró sacudir la dominación griega que oprimía al pueblo judío.
El acto central fue la consagración («dedicación ») del Templo de Jerusalén que había sido profanado por el rey Antíoco.
La fiesta dura una semana. Cada día la familia enciende una vela de las siete que se hallan en los brazos del Candelabro judío, denominado «me-norah».
El simbolismo es el siguiente: La luz que se enciende primero es la que se halla en el soporte central del Candelabro. Simboliza la Palabra de Yahvé, que progresivamente va iluminando todas las realidades de la vida.
La fiesta tiene lugar en diciembre. Coincide con el solsticio de invierno, y en tiempos antiguos era «La fiesta de la Luz».
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